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BENITO DE LA BOCA - TEATRO


CULTURA Y ESPECTÁCULOS DE LA NACION DIARIO

25 de julio de 2023

El musical de Lizzie Waisse puede verse en el Teatro de la Ribera

“Benito de La Boca”: un barrio evoca a su artista


La obra rinde homenaje a Benito Quinquela Martín, un artista con un perfil anómalo para los estereotipos de la época, quien es encarnado por Roberto Peloni.



Entre la historia y la fantasía, la puesta tiene varios elementos destacables.

“Un hombre que pinta su aldea y se vuelve universal. Como el mito griego de Atlas, carga a La Boca sobre sus espaldas”. Esa es la imagen que Lizzie Waisse, creadora y directora de Benito de La Boca, comparte en el texto del programa de mano sobre el protagonista del musical que acaba de estrenar en el Complejo Teatral de Buenos Aires: Benito Quinquela Martín. Después de ver la puesta también es válido pensar la imagen inversa: el barrio de La Boca cargando a Benito sobre sus espaldas para rendirle homenaje y agradecer todo lo que le dio al lugar que lo vio crecer. El espectáculo va de miércoles a domingos en el Teatro de la Ribera (Av. Pedro de Mendoza 1821).

Hay varios elementos destacables en Benito. Por un lado, la operación de rescatar a un artista argentino con un perfil anómalo en relación a los estereotipos de la época, un personaje contrahegemónico. Por otro, el modo de narrar su biografía: sin olvidar la importancia de las formas, la creadora optó por incorporar datos sobre la vida de Quinquela sin didactismos extraños, de una manera divertida y orgánica, con guiños a la actualidad, toques humorísticos bien pensados y el recurso metateatral. Por último, el alto nivel del equipo creativo: un elenco de intérpretes con gran destreza (todxs cantan, bailan y actúan bien, y no siempre ocurre en este género), la presencia de músicxs en vivo que forman parte del aquí y ahora de la escena y el trabajo puntilloso en cada disciplina: diseño sonoro (Verea) y lumínico (Sirlin), escenografía y vestuario (Lievendag y Sleigh), coreografía (Wons), dramaturgia, dirección actoral (Dasso) y la maravillosa música de Mozzi (sería bueno poder acceder a las canciones a través de alguna plataforma). El universo Quinquela invitaba a jugar con colores, formas y texturas, y estxs creadorxs aceptaron el desafío: desde el ingreso a la sala está presente la atmósfera sonora del puerto y las aguas turbias del río que ante los ojos del pintor abandonan su monocromía para transformarse en otra cosa.

El presentador que rompe la cuarta pared e introduce el relato es nada menos que Juan de Dios Filiberto (Rodrigo Pedreira), compositor musical, vecino de La Boca y amigo personal de Benito. Quien lo ayuda en su empresa es Julia (Belén Pasqualini), un personaje contemporáneo que no vivió la época narrada y que aparece desde la platea para adoptar el punto de vista del público. Ese recurso es clave en términos narrativos porque acerca al espectador, habilita varios chistes y permite entrar y salir de la ficción. Pasqualini es la indicada para el rol por su frescura y su habilidad en cada campo; con la misma solidez, Pedreira compone a su maestro de ceremonias.

El 21 de marzo de 1890 Benito fue abandonado en la Casa de Expósitos de Barracas; las monjas que lo rescataron hallaron junto al bebé un papel escrito en lápiz con su nombre de bautismo y la mitad de un pañuelo con una flor bordada. La obra narra la infancia junto a sus padres adoptivos –el genovés Manuel Chinchella (Francisco Cruzans) y la entrerriana Justina Molina (Alejandra Perlusky)– y su juventud como trabajador portuario. Ese inicio genera expectativas en torno a la aparición del protagonista encarnado aquí por Roberto Peloni, un artista con un amplio abanico de recursos y extensa trayectoria en el género (The Rocky Horror Show, Shrek El Musical, Huesito Caracú, Sweeney Todd, entre otras). Peloni aporta la emoción que requiere el personaje sin excesos: su Benito es un hombre real, de carne y hueso, pero también un soñador con una vocación muy clara.

Durante algún tiempo Quinquela hombreó bolsas en el puerto, hasta que decidió estudiar pintura con Alfredo Lazzari. Su talento lo llevó a las más altas esferas, pero lo interesante es que nunca olvidó sus orígenes. Con el dinero que ganó vendiendo sus pinturas, donó varios establecimientos para el barrio: una escuela, un museo, un jardín de infantes, un mural para Caminito y el Teatro de la Ribera. Ver la obra en ese espacio decorado con sus propios cuadros y salir después a recorrer las calles del barrio funciona casi como una invocación al espíritu del artista.

Benito cuenta con un seleccionado de talentos, pero además está muy bien construida en términos dramáticos y musicales: hay canciones bellísimas que cruzan datos biográficos con referencias contemporáneas, un paseo por varios géneros (desde el tango a la murga, pasando por el foxtrot y la tarantela) y cuadros memorables: el color local con sus personajes arquetípicos, los ritmos del puerto, la emoción de Justina al leer el artículo en la Fray Mocho que elogia la obra de su hijo y lo impulsa a dedicarse al arte, la elegancia ridícula de los miembros del Jockey Club, el desfile de personalidades ilustres que lo aplauden, algunos crossovers con figuras de la época como Alfredo Palacios, Alfonsina Storni o Perón, y el componente fantástico que aporta la Sirena del mascarón de proa, una criatura que recuerda la del cuento de Mujica Láinez en Misteriosa Buenos Aires. La fantasía está presente en esta obra donde la realidad gris de los tiempos de la inmigración masiva convive junto a la paleta de colores de un artista que nunca olvidó sus orígenes.


Benito de La Boca: 9 puntos


Elenco: Roberto Peloni, Rodrigo Pedreira, Belén Pasqualini, Alejandra Perlusky, Julián Pucheta, Sol Bardi, Francisco Cruzans, Jimena Gómez, Nicolás Repetto, Evelyn Basile, Tatiana Luna, Mariano Magnífico, Federico Strilinsky, Nicolás Tadioli, Florencia Viterbo, Fiona Mastronicola, Matías Prieto Peccia

Músicos: Cristina Chiappero (violonchelo), Eleonora Ferreyra (bandoneón), ARO (síntesis electrónica), Agustín Lumerman (percusión), Manuel Rodríguez (clarinete y saxo alto), Máximo Rodríguez (bajo), Santiago Torricelli (piano)

Diseño sonoro: Sebastián Verea

Diseño de iluminación: Eli Sirlin

Diseño de escenografía y vestuario: Marlene Lievendag, Micaela Sleigh

Dirección de arte: Marlene Lievendag

Dramaturgia y dirección actoral: Juan Francisco Dasso

Coreografía: Gustavo Wons

Música original y dirección musical: Gustavo Mozzi

Idea original y dirección general: Lizzie Waisse


* Miércoles, jueves y viernes a las 15. Sábados y domingos a las 17 en el Teatro de la Ribera (Av. Don Pedro de Mendoza 1821). Obra sugerida para mayores de 10 años. Entradas en CTBA.



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LA BOCA ES BENITO

Por María Cecilia Parada

Benito de La Boca. Idea original y dirección general: Lizzie Waisse. Música original y dirección musical: Gustavo Mozzi. Con Roberto Peloni, Rodrigo Pedreira, Belén Pasqualini, Alejandra Perlusky, Julián Pucheta, Sol Bardi, Francisco Cruzans, Jimena Gómez, Nicolás Repetto, Evelyn Basile, Tatiana Luna, Mariano Magnífico, Federico Strilinsky, Nicolás Tadioli, Florencia Viterbo, Fiona Mastronicola, Matías Prieto Peccia, e integrantes que conforman la orquesta. En el Teatro de La Ribera. Pedro de Mendoza 1821. Funciones: miércoles, jueves y viernes, 15 horas; sábados y domingos, 17 horas.

Trascender y ser inmortal a través de obras es un denominador común en artistas de renombre, pero lograrlo en todo un territorio es solo posible para “locos luminosos”. Es el caso de nuestro gran artista y filántropo Benito Quinquela Martín. Es así como se genera una especie de loop en esta maravillosa obra escénica, en el teatro fundado por él mismo, donde se le rinde un justo homenaje remitiendo a la inauguración de esta sala donde se presenta la obra: guiño entre tantas otras construcciones simbólicas y estéticas que se despliegan a lo largo de la misma.

Desde el recibimiento en el foyer, quienes están dispuestos a adentrarse en este universo pueden escuchar piezas ejecutadas en el piano allí dispuesto, intervenido por este inefable artista plástico. Las piezas las ejecuta quien será nuestra guía de turismo sobre el escenario, Belén Pasqualini, personaje fundamental sobre la escena que logrará la fusión y conexión de diferentes planos de existencia allí.

Sabemos que La Boca es el lugar turístico por excelencia de la ciudad, no hay un solo turista que no venga a conocer Caminito. ¿Nos preguntamos alguna vez por qué ocurre eso? Juan de Dios Filiberto (Rodrigo Pedreira) lo sabe. Él es quien decide trascender su plano de existencia y colaborar con nuestra guía de turismo para reconstruir la historia de su gran amigo, que merece ser

La obra da cuenta de un inmenso trabajo de investigación histórica y estética. Genera un éxtasis para los sentidos a través de música e imágenes que nos sumergen en una verdadera sinestesia. No es sencillo narrar en tan poco tiempo escénico más de ochenta años de un sitio con tanta historia de luchas proletarias, inmigración, desarrollo de las artes, y mostrar la dicotomía entre el academicismo aristocrático y lo genuino y auténtico de un lugar periférico de la ciudad.

La propuesta logra reflejar las idas y vueltas del destino de un gran artista de renombre internacional, que puso colores a su aldea y trascendió, no solo por sus obras, sino también por su entrega y agradecimiento al lugar que fue su musa inspiradora: toda una proeza artística del homenajeado, reflejada en otra proeza artística de quienes lo homenajean. Esta puesta en escena emociona a quienes conocen la obra quinqueleana más allá de lo pictórico (creación del museo, escuela primaria, secundaria, teatro, lactario y hospital), y auspicia un ineludible interés para adentrarse en ella a aquellos que aún no la conocen pero tienen la sensibilidad artística y social para inmiscuirse en la gran dimensión de su trascendencia.

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